El Café Bariloche de Gijón es un sitio de siempre; no es muy grande pero sí bastante entretenido, por sus ventanales enormes entra abundante luz natural y se ve contínuo trasiego de gente.

Para mí sigue siendo más cómodo el lápiz. Este otro dibujo lo hice en el mismo sitio, pero allá por 2011, poco antes de que entrase en vigor la prohibición de fumar en los bares.
Por este artículo me entero de que el bello edificio del Bariloche peligra, -¡aún estando "protegido"!- porque a alguien se le ocurrió que es necesario "retranquear" los edificios viejos de la calle para igualar el ancho de acera con los edificios modernos (obviamente especulativos y feos).
La capacidad destructiva de los políticos no descansa.