Durante un par de años estuve afiliado a la Sociedad Filarmónica de Gijón. La cuota anual creo que era de 150 euros y programaban unos 10 conciertos de música de cámara al año.
Casi todos los socios eran gente
mayor que prefería sentarse por el centro de la platea, así que tengo un recuerdo
excelente de esos conciertos, sentado en primera fila y dibujando, a veces en
cuaderno y otras veces en la propia hoja del programa.
No sé lo que
sentirán otras personas dibujando a los músicos mientras tocan, a mí me hace estar mucho más despierto y atento, y disfrutar más de
la música.
A la Orquesta de Cámara Galega ya la habia visto en Vivero en 2003, cuando estuve allí destinado de profe:
De todas formas me acabó dando fastidio todo el empeño que hay que poner para
adaptarse a ciertas rutinas; por ejemplo los conciertos siempre a mitad de semana, teniendo que madrugar al día siguiente, o lo de pagar el año por adelantado, sin
saber si las fechas te iban a cuadrar bien o mal para asistir.
Es curioso
cómo lo que en origen son placeres se pueden ir convirtiendo en obligaciones.
Realmente no era caro... Mi problema con el "Sólo para socios" es que siempre me siento más libre fuera que dentro.
Ahora dibujo a los músicos callejeros, a plena luz del día. Más sano para la vista.